lunes, 3 de agosto de 2015

Errores sobre la autodeterminación #2

Está suficientemente demostrado que las personas más autodeterminadas tienen más probabilidades de conseguir una serie de “resultados” positivos relacionados sobre todo con logros de la vida adulta. Por ejemplo, trabajo, relaciones sociales estables, vida independiente, etc. Sin embargo, como se refleja repetidamente en este blog, los estándares de éxito de esta sociedad son excesivamente rígidos, competitivos, excluyentes y no se ajustan a la vida de muchas personas con discapacidad intelectual.
En este mundo, en ocasiones tan demandante, superficial, intolerante e individualista, muchas personas con discapacidad no encajan en la idea de “éxito” ni de vida plena, ni siquiera de “ciudadano de provecho”. Por eso, la primera tarea consiste en redefinir dichos estándares: incluso una persona que no tiene un trabajo “ordinario”, que no es independiente físicamente, que tiene dificultades severas de comunicación o que no alcanza hitos de aprendizaje importantes (como leer…) puede ser (siempre más) autodeterminada.

Por otra parte, tampoco las personas sin discapacidad (aquellas que sí encajan en nuestra visión de éxito) logran todo aquello que se proponen. No todas nuestras decisiones son acertadas ni todos nuestros objetivos se cumplen. Todos fracasamos. Y convivimos con el fracaso. También las personas con discapacidad. Las personas autodeterminadas, aquellas que cuentan con oportunidades para elegir, establecer metas personales, participar en decisiones importantes de su vida, son personas que aprenden a equivocarse, asumen las consecuencias de sus acciones (sean buenas o malas), y son capaces de reajustar su plan de acción cuando ven que algo no funciona.

Cuando hablamos de autodeterminación, por lo tanto, hay que tener cuidado con enfatizar únicamente los resultados (positivos) y olvidarnos del proceso y del aprendizaje. Es frecuente ver noticias sorprendentes de personas con discapacidad intelectual que son emprendedores, estudian en la universidad, tocan varios instrumentos, se casan, tienen hijos, etc. Y sí, es cierto que estas personas existen y logran objetivos importantes y dignos de reconocimiento, teniendo en cuenta las barreras que superan. Pero éste no es un modelo de vida que valga para todas las personas con discapacidad. Se puede ser exitoso de muchas maneras. Casándose, o no, trabajando o no, viviendo solo o con tus padres, teniendo hijos o no, estudiando o no… Y, sobre todo, se puede ser feliz de cualquiera de estas maneras.


No es que las personas con discapacidad intelectual deban esforzarse lo inimaginable para encajar en nuestra visión del éxito. Es la definición de éxito lo que tiene que cambiar.

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