miércoles, 22 de marzo de 2017

Día Mundial del Síndrome de Down 2017

Con motivo del (día después del) Día Mundial del Síndrome de Down
21 de marzo de 2017

Ayer, 21 de marzo, se celebró el Día Mundial del Síndrome de Down. Qué buena ocasión, pensé, para escribir algo en el blog (que últimamente tengo algo abandonado). Un día especial, de reconocimiento, celebración, concienciación y reflexión. Un día en el que muchos detienen su mirada, por un momento, en las personas con síndrome de Down y sus familias. Una ocasión privilegiada para darles voz y escucharles. Un día en el que se brindan más oportunidades para defender los derechos de todas las personas con síndrome de Down. Un momento en el que todos, casi obligados, conocemos y reconocemos esta realidad (porque la vemos en los medios, porque se difunden noticias, porque las asociaciones nos bombardean con mensajes, porque se ponen en marcha campañas en todos los países…).

Resulta que todo esto pensé ayer. Pero después, tuve mucho trabajo. Tuve que ir a hacer la compra. Salí a hacer deporte. Me reuní con mis amigas para descansar un rato después del trabajo. También tuve una cita en el médico y varias reuniones. Además, quería acabar de ver una película que dejé a medias la semana pasada. Tuve que prepararme la comida para hoy, limpiar un poco la casa, sacar la basura… Y, ya en la cama, me di cuenta de que no había escrito nada para el blog. Y pensé, “vaya, qué rabia, porque ESTE ERA EL DÍA, mañana ya no pega tanto…”. Pero, claro, qué culpa tengo yo de haber tenido un día tan ajetreado. Qué culpa tengo yo si durante todo ese día no me acordé. Qué culpa tengo yo de no haberme encontrado con ningún dificultad especial en todas las actividades que realicé. Qué culpa tengo yo de no haber tenido ese día ningún momento en que sentirme excluida por un cromosoma de más. Qué culpa tengo yo de no haber sufrido ninguna mirada extraña sobre mí en momentos cotidianos. Qué culpa tengo yo de que mis derechos sí se cumplan... Qué culpa tengo yo si puedo conseguir, más o menos, todo lo que  me propongo. Qué culpa tengo yo de no necesitar apoyos especialmente complejos para actividades cotidianas... Qué culpa tengo yo si para mí es un día más. Qué culpa tengo yo de que hoy ya no nos importe. Qué culpa tengo yo de que el síndrome de Down siga existiendo. Qué culpa tengo yo de que, una vez pasado el “Día Mundial de…”, todos volvamos a la rutina. Y qué culpa tengo yo si lo único que hago es seguir con mi vida…




A mi tía Roca, que no sabe de Días Mundiales de… pero con la aprendemos, forzosamente, a celebrar cada día el síndrome de Down…