La semana pasada se celebró en
Madrid el I Congreso Internacional Universidad y Discapacidad en el
que colaboraron entidades como la Fundación ONCE, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Real Patronato sobre Discapacidad, el CERMI, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, etc.
Como se afirmó durante la
clausura del congreso, si bien avanzamos en la dirección correcta, el camino es
muy largo y el paso lento. Las conclusiones de este encuentro fueron variadas y muy
interesantes. Y, más aún, se plantearon multitud de retos que todavía quedan
por resolver. Reflejo aquí algunas de las preguntas
y reflexiones que recogí durante estas jornadas:
¿Plantea la Universidad realmente un sistema educativo inclusivo?
¿Por qué muchos estudiantes con discapacidad no llegan a la Universidad? ¿Qué ocurre en la transición de la ESO al bachillerato de los alumnos con dificultades? ¿Cómo podemos maximizar su desarrollo académico y social? ¿Cómo debería ser el procedimiento de orientación profesional de este colectivo?
¿Cómo se sienten los alumnos con discapacidad en la Universidad? ¿Cuáles son sus percepciones, preocupaciones, demandas…? ¿Cómo los ven sus compañeros? ¿Qué piensa la comunidad universitaria sobre la discapacidad? ¿Cómo implicar a las familias en el proceso formativo de sus hijos? ¿Cómo elevar sus expectativas?
¿Qué ocurre con los docentes con discapacidad? ¿Cuántos hay? ¿Qué apoyos requieren? ¿Qué apoyos reciben? ¿Qué dificultades se encuentran?
¿Está la Universidad pensada para personas con discapacidad? ¿Cómo superar las barreras administrativas en el acceso a la Universidad? ¿Cómo flexibilizar el sistema de manera que, verdaderamente, se adapte a las necesidades individuales? ¿Cumplen los entornos educativos con los principios de accesibilidad universal y el diseño para todos?
¿Cómo sensibilizar a la comunidad universitaria en materia de discapacidad? ¿Podemos introducir la discapacidad como una temática transversal en los estudios universitarios? ¿Está el profesorado formado en materia de accesibilidad? ¿Quién le forma? ¿Se le reconoce al docente las tareas de adaptaciones curriculares? ¿Podría formar parte de su acreditación?
¿Cómo desarrollar proyectos globales de atención a la discapacidad –y no soluciones puntuales? ¿Cómo se pueden medir resultados personales, para comprobar la validez de las prácticas educativas? ¿Cuáles son los catalizadores de cambio en el logro de un sistema inclusivo? ¿Cuáles son las barreras –psicológicas e institucionales- que todavía quedan por superar?
¿Se ha abandonado definitivamente el “voluntarismo”, para pasar a un enfoque de derechos?