martes, 25 de noviembre de 2014

¿Educación especial vs Educación Inclusiva?

Uno de los dilemas que se plantea cuando hablamos de un sistema inclusivo es: ¿qué ocurre con la educación especial? Existen algunas creencias, en parte, erróneas, que es necesario revisar. Por ejemplo: Las personas que defienden un sistema inclusivo es porque no confían en la educación especial; El sistema inclusivo es necesario debido a la mala calidad de los servicios especiales; La educación especial desaparecerá si se logra un sistema inclusivo…  

Este es un tema complejo de tratar, dada la cantidad de variables (legales, educativas, sociales, organizativas) que influyen y definen la relación entre la educación especial y la educación inclusiva. Aunque es imposible reflejar aquí todo estos factores, existen ciertas reflexiones que pueden orientarnos... 

  • El paso hacia una educación inclusiva es un proceso gradual. Ningún sistema educativo cambia de la noche a la mañana, y hay que ser consciente de lo largo, complejo, e incierto que es, a veces, este camino. Es mejor ir dando pasos seguros que abrazar demasiado pronto una revolución “desordenada” a la que no sepamos dar respuesta.
  • Probablemente las escuelas de educación especial no tengan que desaparecer sino más bien cambiar su rol y funciones. Se convertirían, así, en centros de recursos para la educación inclusiva. ¡No podemos desaprovechar toda la experiencia, conocimiento y trayectoria de grandes profesionales de la educación especial! A menudo son ellos quienes mejor pueden marcar el rumbo de la educación de alumnos con necesidades educativas especiales, en entornos normalizados.
  • Esta “transferencia” de experiencias y conocimientos no debería darse únicamente a nivel individual (es decir, por ejemplo, solo en determinados casos de alumnos) sino también a un nivel organizativo. Buscar la mejor manera de conseguirlo (tutorización, mentorazgo, elaboración de materiales, asesoramiento en asuntos concretos como la eliminación de barreras o la realización de adaptaciones curriculares, etc.).
  • En ese sentido, deberíamos hablar de “educación especial” y no tanto de “centros especiales”. En un sistema inclusivo siguen existiendo alumnos/as con necesidades específicas de apoyos que requieren una atención complementaria. Y esta atención podría entrar a formar parte de la red educativa general.
  • Para entender correctamente la naturaleza del sistema inclusivo, hay que ser consciente de que en la escuela no se tiene por qué aprender todo. Es decir, un alumno puede seguir acudiendo a un centro específico para adquirir determinadas habilidades, recibir un tipo específico de formación o participar en grupos con personas diferentes (por ejemplo, acudir a un centro especializado para aprender braille). La educación no está solo en las aulas, los agentes y contextos educativos son mucho más amplios. Por eso, es importante incluir a los alumnos con nees en otras actividades (deportes, ocio, música…), donde pueden adquirir habilidades importantes. De la misma manera, ningún profesor tiene la responsabilidad única y absoluta del aprendizaje y mejora de un alumno. 
  • Nos encontramos ante un reto: cambiar el modo de entender la educación especial (hasta ahora asociado casi casi exclusivamente a las discapacidades). Asumir un nuevo rol mucho más dinámico, teniendo en cuenta que las necesidades educativas especiales no son estados del alumno sino que pueden ser cambiantes, transitorias… Olvidarnos de la educación especial como centros donde, una vez que se entra, ya no se sale. Prevenir esa percepción de “no retorno” asociada los centros y servicios especiales.

Hasta hoy la relación entre educación especial y educación ordinaria ha sido escasa, funcionando como sistemas paralelos, contrarios y excluyentes (o eras de educación especial o eras de educación ordinaria) Quizá ahora estemos pagando el no habernos interesado los unos por los otros. Pero, una vez se logre un acercamiento (superando esa timidez e inseguridad propias de las primeras citas), seguro que es el comienzo de una gran amistad…




jueves, 6 de noviembre de 2014

Me gusta..

Me gusta…

  • ... Que las personas con discapacidad intelectual cada vez hablen, salgan, participen  y reclamen más
  • ... Conocer a familias que se convierten en impulsoras de los derechos de sus hijos y actúen como portavoces cuando éstos no puede expresarse
  • ... Que los profesionales reconozcamos que nosotros somos expertos en discapacidad, pero los padres son “expertos en su hijo/a
  • ... Que haya personas que se impliquen en el movimiento de la discapacidad, aunque no les haya tocado a ellas... 
  • ... Que los grupos de autogestores sigan creciendo  para dar la oportunidad a las personas con discapacidad de dirigir sus propias vidas
  • ... Que hablemos de persona con discapacidad, y no de discapacitado, raro, tontico, o incapaz…
  • ... Que oigamos menos "pobrecito" y más "¿cómo puedo apoyarle?"
  • ... Que cada vez más niños tengan oportunidad de convivir con otros diferentes. En las aulas, en los parques, en los equipos de fútbol, en las actividades extraescolares, etc. 
  • Que aumenten las iniciativas de familias que se unen y defienden su derecho a tener las mismas oportunidades que los demás 
  • Que los jóvenes con discapacidad sean eso "jóvenes" y hagan "cosas de jóvenes". Que estén en los cines, en las discotecas, en un bar, en un centro comercial... Y que ya no les miremos raro... 
  • ... Que el modelo de discapacidad se fije no solo en las limitaciones individuales sino sobre todo en las condiciones del contexto
  • ... Que, poco a poco, vayamos pasando de un paradigma de protección a un paradigma de autodeterminación
  • Que expresiones como "vida independiente", "apoyos", "plan de futuro", etc. formen parte de los planteamos educativos y sociales y, poco a poco, dejen de sonar a chino...
  • ... Que en esta “tribu” se generen redes de apoyo potentes y fundamentales para la vida de las personas con discapacidad y sus familias (que haya gente solidaria, empática y generosa que comparta su experiencia para ayudar a otros)
  • ... Que alguien me cuente que a raíz de convivir con personas con discapacidad (en la escuela, en el trabajo, en la comunidad…) ha aprendido mucho de la vida y de la diversidad
  • Que reconozcamos que todavía nos queda mucho por lograr pero estemos dispuestos a seguir trabajando por ello
  • Que la discapacidad forme parte de la vida de todos, y se vea de forma natural y no como algo oscuro, peligroso, triste y maligno
  • Que una adolescente con discapacidad me pida que le enseñe a maquillarse porque ella también quiere estar guapa y arreglarse 
  • ... Que conforme pasa el tiempo, seamos  menos ingenuos pero más optimistas  
  • ... Que cada vez seamos más quienes, como dice Gerardo Echeita, tengamos una militancia esperanzadora en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad
  • ... Que hablemos menos de normalidad y más de diversidad 
  • ... Que seguramente haya alguien que lea estas líneas y diga… “¡A mí también me gusta!”