lunes, 5 de febrero de 2018

La locura de Fosbury

Dick Fosbury
Hasta 1968, los deportistas de salto de altura, realizaban el salto hacia adelante, lo que les obligaba a encoger las piernas al máximo posible para no dar con el listón. Esta era la técnica, esta era la rutina, la tradición, y todos los atletas y aficionados la aceptaban como tal. Siempre se había hecho así.
En los Juegos Olímpicos de México, en 1968, un joven deportista llamado Dick Fosbury, sorprendió a colegas y espectadores saltando de espaldas. De esta manera, después de tomar carrerilla y justo antes de saltar, se dio la vuelta y superó el listón. Muchos pensaron que era un loco, otros lo tacharon de raro, y la mayoría lo observó con recelo: ¿por qué no hacía las cosas como los demás? ¿Por qué no utilizaba el procedimiento habitual, aquel que todos conocían y que, hasta el momento, parecía el adecuado?
Aquella vez, Dick no sólo ganó el oro sino que batió el record mundial, con esta nueva técnica. Hoy en día todos los saltadores de altura emplean el salto de Fosbury, estando demostrada con creces su eficacia.
Dice Dick: La popularidad actual de mi estilo es un premio maravilloso a cuanto tuve que aguantar al principio. El salto de espaldas ya lo practicaba en el instituto y todos se reían de mí, considerándome un chiflado y  algunos como un snob por saltarme las normas conocidas. Hasta que gané México 1968 pasando a la categoría de héroe…

Dedicado a todos los del “siempre se ha hecho así” porque, tristemente, abundan y suponen un obstáculo más en la defensa de la inclusión y los derechos de las personas con discapacidad. Para ellos, que representan el miedo, la sinrazón, la pereza, el recelo, la comodidad, el desinterés y la falta de empatía. Porque si algo está siendo complicado es la transformación profunda de la mirada hacia las personas con discapacidad (más allá de los avances concretos relacionados con la técnica, con el conocimiento). Y los “siempresehahechoasí” se empeñan en instalarse en la dependencia, el control y el paternalismo.

También dedicado a los rebeldes que no se conforman. Que luchan, por el motivo que sea y de formas muy diferentes, acompañando a las personas con discapacidad. A quienes tienen que escuchar continuamente opiniones, comentarios y debates que no respetan los derechos de las personas que quieren. Y que, a pesar de la soledad, la frustración y la desesperanza momentáneos, están convencidos de aquello que defienden. Porque sabemos que en nombre del “siempresehahechoasí” han sido muchas las injusticias cometidas.

A todos los que ven en la Locura de Fosbury una metáfora de sus vidas.  Y a los que todavía no se atreven a darse la vuelta para saltar… para que pronto se decidan y logremos, todos juntos, avanzar.