sábado, 10 de agosto de 2013

Acerca de manías y obsesiones


Muchas personas con discapacidad intelectual acumulan manías, aparentemente inofensivas, que con frecuencia preocupan a sus familias. Doblar papeles hasta el infinito, apuntar los nombres de las personas que conoce una y otra vez, coleccionar sobres de azúcar, pinturas, monedas, lapiceros…  Acumular todo tipo de objetos que se puedan repetir, clasificar, colocar en orden, desordenar y volver a colocar…

Ser dueño de estos estímulos, atesorarlos y organizarlos, proporciona seguridad, sensación de control, sentido de la propiedad y forma parte del proceso de construcción de la identidad. En un mundo en el que muchos aspectos escapan a su control, la persona encuentra satisfacción manejando esos pequeños objetos que sólo dependen de ella y que funcionan a su antojo (ahora coloco, ahora descoloco…) 

Además de actividades como estas, también en algunas personas, el lenguaje tiende a ser repetitivo: hacer siempre las mismas preguntas, decir las mismas frases, contar las mismas anécdotas… Porque eso es lo que dominan. Si no aprende cosas nuevas, no comprende las conversaciones de su alrededor, o no logra recordar datos nuevos, entonces la persona tendrá que repetir lo que ya sabe.

Estas manías, que comienzan como una especie de juego y que proporcionan placer y satisfacción, pueden ir convirtiéndose en ritos que separan a la persona con discapacidad del resto y la aíslan cada vez más. El verdadero problema surge cuando, lejos de ser una mera distracción, se repiten de forma compulsiva, hasta llegar a convertirse en obsesiones que dificultan la vida diaria, de las que la persona no puede desprenderse y que, incluso, pueden desembocar en conductas poco recomendadas (me llevo todos los lapiceros que veo a mi alrededor, esté donde esté…).  El objetivo en estos casos es ir sustituyendo esos estímulos por otros que proporcionen también satisfacción, de manera que, poco a poco, vayamos separando a la persona de sus hábitos repetitivos. La tarea del entorno -de la familia- consiste en no dejar que la persona se vea absorbida por sus manías y exponerla a estímulos variados. Y, como siempre, comprensión, comprensión y comprensión.




[Las imágenes y el vídeo pertenecen al cómic Downtown de Noël Lang y Rodrigo García]


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