jueves, 11 de abril de 2013

Sustitución, definitivamente, no es la solución...


Puede que, a veces, como padre protector, hable por su hijo. Puede que, de vez en cuando, por ejemplo, responda por él cuando le preguntan algo, hable de él en tercera persona aunque esté delante o tome pequeñas decisiones diarias en su lugar. Seguramente, todo ello con la mejor intención. Otras muchas ocasiones, probablemente, le de a elegir y le anime a tomar decisiones. Aunque si no le gusta aquello que ha elegido o piensa que no es lo que más le conviene, acabe por cambiar su elección, convenciéndole de que es por su bien

No te tomes ahora una mandarina que vamos a comer en 15 minutos, ponte el jersey rojo que combina mejor con el pantalón, no te vas a desapuntar de baile porque te viene muy bien hacer ejercicio, ese programa de televisión es aburridísimo, mejor este otro, no puede ser que te guste el fútbol tanto si yo lo odio, ni se te ocurra decirle a la peluquera que te corte más el pelo, no pidas un café que luego se te quita el sueño…

Y suma y sigue...


Pero… ¿qué riesgo físico, psicológico o moral tiene, por ejemplo, combinar un pantalón rojo con un jersey naranja? ¿O no comer un día porque nos hemos quitado el hambre a base de galletas en el desayuno? Como padre / madre, ¿puede asumir ese riesgo?

Sustituir a la persona con discapacidad intelectual en múltiples aspectos de su vida es una tendencia muy extendida y poco recomendable.  La autodeterminación es, básicamente, contar con apoyos necesarios y suficientes para tomar decisiones, sin influencias externas innecesarias y excesivas.

Las consecuencias de hablar por su hijo/a con discapacidad, desde pequeño, son profundamente negativas. Si no le deja hablar, expresarse, equivocarse, experimentar... aprenderá pronto a callar. Aprenderá a pasar desapercibido. Y una vez dentro de esa burbuja en la que otros deciden por nosotros, es muy difícil salir. 


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