Después de cierto tiempo viendo qué cosas puede hacer un
padre / madre para apoyar la autodeterminación de su hijo con discapacidad
intelectual, cambiamos la perspectiva. Aquí dejo un listado de ideas sobre cómo convertir a la
persona en alguien dependiente y con poco control sobre su vida. Porque saber
qué no tenemos que hacer, también es
útil…
Evita, por todos los medios, que se
equivoque. Si hace falta, no dejes que se implique en tareas difíciles, toma
las decisiones por él y no permitas que corra ningún riesgo.
Protégele de cualquier
frustración. Ante todo, valora que esté tranquilo, sin preocuparse por nada,
ajeno a los problemas.
Dile que es importante que exprese
su opinión pero luego no le escuches cuando participe en las conversaciones, no
tengas en cuenta sus aportaciones o no le permitas que muestre su enfado o desacuerdo
con tus ideas.
Evita que asuma cualquier
responsabilidad en casa. No le asignes tareas para hacer, ni siquiera que sean
adecuadas a sus capacidades. Cuantas menos cosas haga, mejor (no dejes que se
haga la cama, ni que ponga la mesa, ni que ordene su habitación…). Repítete a ti
mismo que “para que lo haga mal, mejor lo hago yo…”
Ante todo, es importante que no se
hable de discapacidad en casa (y mucho menos delante de tu hijo). Si te
pregunta, miéntele o cambia de tema. Si se cuestiona por qué es diferente, no
le menciones su discapacidad.
Céntrate únicamente en los
resultados, no valores los esfuerzos de tu hijo para realizar una actividad. Si
no consigue el objetivo final, no le felicites, ni premies el proceso. Apunta
esta actividad en tu lista mental de “cosas que no puede hacer mi hijo….”
No dejes que tu
hijo interactúe con otras personas, sobre todo fuera del entorno familiar. Si
estáis en una tienda, no le dejes pedir a él, si alguien le pregunta cómo está,
responde por él, si otros le saludan, responde tú…
Exígele a tu
hijo cosas que no puede conseguir o excesivamente difíciles para él (por
ejemplo, no ensuciarse al comer, o permanecer quieto durante 2 horas en un
cine, o hacer la cama sin dejar arrugas en la sábana) pero sigue sustituyéndole
en tareas como elegir su ropa, peinarse, decidir cómo pasar el tiempo.
No le dejes
tomar decisiones, no está preparado, no sabe, se va a equivocar, tú sabes qué
le conviene, tú le conoces bien, no sabe lo qué quiere… No hagas caso a quién diga lo contrario, la sobreprotección es tu máxima.
Intenta que sea
“normal”. Muestra tolerancia cero hacia conductas que te parecen absurdas o
poco normalizadas. Por ejemplo, guardar los azucarillos de las cafeterías en
una caja, o dejarse en pan para el final en cada comida… Mientras tanto
favorece otras actividades o conductas infantiles (en su manera de vestir, en
sus juguetes, en la manera de hablarle…). Repite una y otra vez, que tu hijo
será siempre como un niño.
Finalmente, convéncete
de que tu hijo no necesita mucho para ser feliz. Porque, al fin y al cabo, no
se da cuenta de nada. Y, porque aunque digan lo contrario, no es como los demás…
+
+
=
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Participa y escribe tu comentario