martes, 1 de abril de 2014

Más pensamientos sobre la Inclusión

No es inclusión… 

  • Si tenemos que esconder, disfrazar, obviar, eliminar la discapacidad
  • Si no reconocemos las dificultades y los límites asociados a la discapacidad
  • Si no planteamos metas realistas y, a la vez, positivas, que lleven a cada alumno al máximo de sus posibilidades
  • Si tratamos a los alumnos en bloques homogéneos asociados a etiquetas (los “sordos” se concentran muy bien, los “Down” son cariñosos, los “autistas” son genios…)
  • Si ponemos condiciones a la educación
  • Si creemos que los alumnos con discapacidad están de prestado
  • Si la discapacidad nos atemoriza, si sentimos que es una amenaza, si nos incomoda, si tratamos de alejarla
  • Si demonizamos la educación especial y estigmatizamos a quienes optan por ella
  • Si el alumno está separado, en lugares “especiales”, con personas “especiales”, recibiendo planes “especiales”, llevando vidas “especiales”
  • Si el alumno está presente pero no aprende
  • Si el alumno está presente, aprende, pero no participa
  • Si creemos que con amor y cariño basta. Si no promovemos el aprendizaje y la mejora académica
  • Si no vemos más allá del aula. Si limitamos la acción educativa al aula y al currículum
  • Si no logramos que el alumno participe en la vida del grupo, se sienta uno más, querido por lo que es y por cómo es
  • Si aplicamos técnicas y herramientas pero, en el fondo, pensamos que el alumno con discapacidad “no debería estar aquí”
  • Si decimos cosas como: “la culpa, es de los padres”, “a las familias les ciega el amor de padres”, “la inclusión no se la cree nadie”
  • Si pensamos que no estamos preparados para “ese tipo de niños”
  • Si no comprometemos a toda la comunidad educativa
  • Si pensamos que depende de la buena voluntad o de sentimientos bondadosos de unos pocos docentes motivados
  • Si seguimos actuando por pena y compasión y no por derechos
  • Si no entendemos que la discapacidad forma parte de la vida humana y la aceptamos como tal
  • Si no evaluamos las prácticas educativas para saber cuáles son eficaces y cuáles no
  • Si continuamos teniendo miedo a enfrentarnos a la discapacidad
  • Si apostamos por la atención a la diversidad, pero “cuanto más lejos mejor” (En mi aula no, en mi centro no, en clase de mi hijo no…)
  • Si no entendemos que cada alumno, con y sin discapacidad, es único
  • Si no reconocemos que el “alumno medio” no existe. Si no reconocemos que el sistema educativo pensado para ese “alumno medio” no funciona
  • Si no analizamos las barreras para la participación y el aprendizaje que están en el contexto
  • Si pensamos que las dificultades vienen impuestas únicamente por la discapacidad del alumno
  • Si no creamos entornos accesibles (desde el punto de vista físico, cognitivo y social)
  • Si pensamos que, por ser minoría, los alumnos con discapacidad no tienen los mismos derechos
  • Si creemos, aunque sea inconscientemente, que los alumnos con discapacidad, “mala suerte que les haya tocado, no por eso hay que cambiar el sistema educativo”
  • Si no nos damos cuenta de que un sistema educativo inclusivo es un mejor sistema para todos
  • Si no disfrutamos, aprendemos y nos enriquecemos a partir de la diversidad


… no es inclusión




Pujolas y Lago (2009): “En una escuela inclusiva sólo hay alumnos, a secas, sin adjetivos; no hay alumnos corriente y alumnos especiales, sino simplemente alumnos, cada uno con sus características y necesidades. La diversidad es un hecho natural, es la normalidad: lo más normal es que seamos diferentes. ¿Qué podemos hacer para que todos los alumnos, que son diversos, aprendan al máximo de sus posibilidades?” 
(Imagen tomada de la Campaña Mundial por la Educación: Sumemos capacidades: por el derecho a una educación inclusiva) 

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