miércoles, 20 de marzo de 2013

A ella, que tanto me ha enseñado sin pretenderlo


En seguida me di cuenta de que hay personas, como ella, que no siguen las mismas reglas del juego que los demás. Personas que, sin elegirlo, son diferentes.  Diferentes porque, entre todos, hemos acordado algo llamado “normalidad”. Diferentes porque no hemos sabido entender cómo piensa, cómo siente, cómo se expresa y cómo vive un otro con discapacidad.

Diferentes porque hemos organizado un mundo en el que la productividad es lo primero. Eres lo que rindes y eres lo que tienes. Diferentes porque nos incomoda tener que adaptarnos a diversas maneras de ser. También porque no tenemos paciencia, ni tiempo ni energía, ni ganas, de esperar a alguien que va un poco más lento.

A todos los que, como ella, pintan con los dedos, hablan con una caja, doblan papeles hasta casi el infinito y se miran los dedos de la mano como si fuera  la primera vez que los ven. A todos aquellos que se hacen mayores, y no se acuerdan del cumpleaños de los demás, que tardan en explicarse, y que no saben si están en verano o en invierno.

A todos aquellos que mantienen, aún con el paso de los años, una manera especial de comprender el mundo. Porque su mirada es igual de válida que la mía y que la de todos los que presumen –presumimos- de cordura.

A ellos, con el deseo de que nos sigan descubriendo  todo lo que se esconde detrás de una etiqueta.  Porque cada uno de ellos tiene algo de especial. Y no es su síndrome de Down. 

Una vez más, a mi tía Roca
Jueves, 21 de marzo de 2013
Día Mundial del síndrome de Down







Ilustración: César Diez Torres
Fotografías: tomadas del INICO

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