"No porque tengas una hermana
No porque tengas una madre
No porque tengas una hija
Sino porque ella es una persona..."
Esta imagen
de una campaña sobre la violencia de género me hizo reflexionar, cómo no, en el
caso de las personas con discapacidad intelectual y la defensa de sus derechos.
Así que empecé a pensar en las razones que están detrás de la defensa de la
autodeterminación, la dignidad y, en general, de los derechos de las personas
con discapacidad. Me puse a revisar campañas, anuncios, lemas, eslóganes y
eventos a favor de las personas con discapacidad, y los mensajes que éstas
transmiten (explícita e implícitamente). Sobre todo, empecé a pensar en la
imagen que algunas de dichas iniciativas transmiten, y han transmitido a lo largo
de la historia, sobre este colectivo.
Es precisamente esta imagen, y las creencias que generan acerca de la discapacidad, las que definen -en parte- el tipo de apoyos que se les prestan, la visión de la inclusión y, en definitiva, el modo en que nos relacionamos con personas diferentes.
Defiende los
derechos y apoya a las personas con discapacidad
porque sufren…
porque te
podría pasar a ti…
porque no
queremos que sean una carga…
porque han
tenido mala suerte…
porque sus
familias no tienen la culpa de que hayan nacido así…
porque
merecen tu compasión…
porque así
ahorraremos en apoyos más complejos en el futuro…
porque por sí
solos son incapaces de vivir bien…
porque darás
un buen ejemplo a otras personas…
porque sus
familias están sufriendo…
porque hay
que intentar que sean productivos…
porque pueden
darte publicidad (a tu empresa, a tu negocio, a tu partido político)
porque son
héroes al vivir con una discapacidad…
porque te
gustaría que así lo hicieran contigo…
porque están
en desventaja…
porque así
evitaremos discapacidades mayores…
porque cuanta
menos gente improductiva e ineficiente mejor…
porque son
ejemplos de vida…
porque el día
de mañana podrías tener un hijo con discapacidad, o un marido, o un nieto…
porque eso te
va a hacer mejor persona…
porque así
vivirás valores como la solidaridad, o la empatía…
porque la
sociedad se beneficiará de las mejoras para este colectivo (será más accesible,
mejor preparada para la diversidad…)
Todas son
razones, a simple vista, lícitas, fruto de la buena voluntad, pero que siguen
sin llegar al fondo de la cuestión. En cierta manera, nos remiten continuamente
a la defensa de sus derechos como un medio, y no un fin en sí mismo; a la
“cosificación” de las personas con discapacidad, a la diferencia entre “ellos”
(seres imperfectos) y “nosotros” (seres humanos completos).
Así que,
¿para cuándo “apóyales… porque son personas…”?
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