Son muchos padres los que todavía
se resisten a que sus hijos convivan en las aulas con niños con discapacidad,
sobre todo si estas son severas, o visibles. Hace un tiempo una madre me
contaba que, al proponer crear un aula de apoyo en el colegio ordinario de su
hija, la respuesta que obtuvo (más o menos) fue: Esto no es un colegio de educación especial, si creamos el aula específica
se nos llenaría. Y además el resto de padres se oponen. Tu hija ES de educación
especial. Por situaciones como esta (sobre
todo, por el impacto que estas experiencias tienen en la vida de los niños con
discapacidad y sus familias), es importante formar y sensibilizar a toda la
comunidad educativa sobre la inclusión. De ahí este mensaje para los padres de
niños “normales” que aún creen que la discapacidad no merece el mismo lugar…
No tengas miedo de que haya un niño con discapacidad en la
clase de tu hijo
- La discapacidad no se “pega”, no se contagia. Puede que tu hijo imite algún comportamiento del niño con discapacidad, igual que puede imitar muchas otras conductas. Pero no te preocupes, no va a empezar a retroceder. Seguramente la discapacidad le llame la atención y eso dé lugar a conductas aparentemente extrañas (Yo también quiero hablar con un tablero como Fulanito, yo también quiero que me den de comer…).
- Tu hijo va a aprender cosas muy valiosas. Piensa en ello. Cosas que no va a olvidar, aún con el paso de los años (no ocurre lo mismo con otros aprendizajes). Realmente, es más importante que tu hijo sepa tratar a las personas o sepa comprender que hay personas que necesitan más apoyos que, por ejemplo, sepa enumerar los órganos que forman el aparato digestivo (puede ser importante saberlos pero, ¿sabrías decirlos tú ahora?) En cambio, ciertos valores fundamentales para ser una PERSONA, con mayúsculas, las puede adquirir a partir del contacto con niños diversos.
- Aunque los beneficios de la inclusión son grandes para tu hijo, recuerda que el objetivo es que el niño con discapacidad también aprenda. Es su derecho, tiene el mismo que el resto de niños a pesar de no tener las mismas capacidades. Ponte en el lugar de esa familia: ¿cómo te sentirías si no pudieras elegir opción educativa para tu hijo? ¿Cómo te sentirías si el padre de otro niño dijera que tu hijo no merece, no puede, no es conveniente, no debe estar en un aula con otros niños? No pienses que porque no te haya tocado a ti, es menos importante…
- El hecho de tener una discapacidad intelectual no quiere decir que esa persona no tenga otras fortalezas. Descúbrelas. Seguro que ese niño es mejor que tu hijo en algo (es un atleta estupendo, es divertido…).
- El maestro preparado para atender a la diversidad es un mejor maestro. Por lo tanto, también lo será para tu hijo. Tiene más recursos, es más creativo, tiene más inquietud por mejorar, es más flexible, comprometido… Si mejoramos la calidad de la enseñanza para los niños diferentes, la mejoraremos para todos.
- Olvídate de la discapacidad y piensa que ese compañero de tu hijo es, ante todo, un niño. Da igual que vaya en silla de ruedas, da igual que se le escape la baba, da igual que hable más despacio, da igual que tarde más en aprender… es un niño y comparte muchas cosas con tu propio hijo. Fíjate con atención y lo comprobarás.
- Observa cómo tu hijo entiende y trata la discapacidad. Aprenderás la naturalidad con la que los niños conviven con el mundo y con otras personas diferentes. Fomenta esa naturalidad, también la curiosidad, y no eduques a tu hijo en los prejuicios y etiquetas.
- A lo largo de los años, te encontrarás con muchos más niños y personas “especiales”, por muchos otros motivos. No dejar o no querer que estén en el aula es un error, es cerrar los ojos a la diversidad inevitable, que nos rodea.
- Olvida de la distinción centro normal y “centro especial”, niño “normal” y niño especial. Tradicionalmente ha sido así pero el modelo en el que deberíamos movernos actualmente es el de la inclusión educativa. Todavía quedan muchas cosas por mejorar y por eso tienes dudas pero trabajando juntos, lo lograremos.
- No pienses en metodologías tradicionales, las escuelas ya no son como antes –o no deberían-. No pienses en la vida escolar de tu hijo igual que si fuera la tuya. Las aulas no son homogéneas, la tecnología ha multiplicado las posibilidades, el conocimiento de la discapacidad, los medios técnicos y humanos es mayor, etc.
- No olvides que hoy es el compañero de tu hijo pero mañana puede ser otra persona. No se aprende a convivir y entender la discapacidad si rechazamos tener trato con ella. Los niños no eligen tener una discapacidad. Tampoco sus familias. No les hagas sentir que, además, son culpables o molestan al resto de personas “normales”.
Totalmente de acuerdo, a veces a las dificultades del día a día nos tenemos que enfrentar a "gente obtusa" que hace mucho más difícil nuestra situación, son gente sin empatía y que nunca piensan que les puede pasar a ellos. Gracias a Dios, no nos hemos encontrado mucha gente así sino personas que nos han ayudado, apoyado y alentado en este largo y arduo camino.
ResponderEliminarBesos
Gracias por tu comentario :-)
ResponderEliminarMuchas veces la gente actúa sin pararse a pensar, por eso no está de más transmitir mensajes como estos. Cuando más conoce alguien el mundo de la discapacidad, más abierto y natural actúa y se siente ante ella.
un abrazo!
araceli