Igual que ha sucedido en muchas
otras áreas, en el campo de la discapacidad durante los últimos años ha ganado peso
el estudio de las fortalezas, del potencial, de los aspectos positivos, etc. El
cambio de mirada que propone la llamada psicología
positiva aporta grandes beneficios y ventajas para avanzar tanto en las
prácticas profesionales como en la investigación.
Uno de los conceptos que, poco a
poco, integran los sistemas de prestación de servicios a las personas con
discapacidad y sus familias, es la resiliencia, entendida como la capacidad para afrontar con éxito
los retos asociados a la discapacidad y, además, salir fortalecidos de esta
situación.
Pero, más allá del innegable
atractivo que tiene esta corriente positiva, ¿cuáles son las razones por las
que deberíamos adoptar este planteamiento en la intervención con familias?
¿Por qué merece la pena invertir
tiempo, esfuerzo y recursos en adoptar un enfoque centrado en la resiliencia
familiar?
1) Asume
que no es posible aplicar un mismo modelo estandarizado de intervención para
todas las familias. Nos ayuda a comprender que la discapacidad influye en la
familia de maneras muy diversas y plantea retos únicos en cada caso. Advierte a
los profesionales del peligro de juzgar las experiencias de los padres,
hermanos… de una persona con discapacidad y de elaborar estereotipos respecto a
sus reacciones y emociones.
2) Es
una perspectiva coherente con los valores que el mundo de la discapacidad
intelectual transmite a la sociedad: autodeterminación, igualdad, derechos,
calidad de vida… La resiliencia se convierte en una palanca más de cambio para
superar falsas creencias sobre el aislamiento, la marginación o el sufrimiento
inevitable de este colectivo. Diríamos que contribuye a dignificar la vida de
las personas con discapacidad y de sus familias.
3) Da
importancia a la resolución de problemas, el uso de fortalezas y recursos
propios, las relaciones positivas entre familias y profesionales, etc. Supone
un planteamiento positivo, proactivo, centrado en la búsqueda de soluciones y
no tanto en el tratamiento o eliminación de déficits.
4) Por
último, cuando las familias afrontan con éxito una crisis se reduce su
vulnerabilidad ante posibles sucesos futuros estresantes, de manera que
promover la resiliencia es una medida preventiva. Trata de capacitar a las
familias y no sustituirlas en sus roles y funciones: les ayuda, por tanto, a vivir y gestionar su propia vida.
La
experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede
(Aldoux Huxley)
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