El contexto familiar satisface necesidades básicas físicas y psicológicas desde edades tempranas. En el caso de los niños con discapacidad, los padres juegan un rol más activo e intencional en los procesos de estimulación (como ya vimos en un post anterior sobre apoyo a la autoestima...). Los padres deben favorecer la interacción de sus hijos con su entorno próximo y con los demás miembros de la familia. Es decir, tienen que ayudar a sus hijos a: relacionarse con objetos, acceder a estímulos variados, tener control sobre su entorno, adquirir pautas de interacción social, etc.
Y, ¿cómo hacerlo?
Y, ¿cómo hacerlo?
Exploración del entorno y estimulación. Hay que procurar que existan áreas centrales de la casa en las que el niño juegue e interaccione con el resto de la familia (teniendo en cuenta las adaptaciones necesarias, en caso de limitaciones físicas o sensoriales). Además, los espacios deben darle oportunidad para percibir distintos tipos de estímulos. Es recomendable que el niño acceda, manipule y utilice sus juguetes de manera autónoma (con estanterías y cajones a su medida, etc.), o que maneje objetos de texturas, colores y olores diversos (jugar con comida, diferentes materiales...)
Pautas de interacción social. Es necesario establecer límites claros y flexibles, tanto en el uso del entorno como en el comportamiento. Es importante que el niño comprenda las normas de la casa que, si hace falta, se pueden hacer visibles escritas, con dibujos o fotografías. Las normas, además de ser un medio para la autorregulación, facilitan la convivencia y preparan para la inserción social. Por otra parte, durante la infancia tiene mucha importancia el juego simbólico o role playing, con los que representar situaciones cotidianas (por ejemplo, jugar a las tiendas, simular llamar por teléfono...).
Participación en la vida diaria familiar. Los padres tienen que promover que sus hijos colaboren en tareas adecuadas a su edad y habilidades. Para ello, deben darles dar la oportunidad de realizar actividades aunque no las completen con éxito o del mismo modo en que lo haría un adulto. Por ejemplo, dejar que se prepare la ropa aunque no la combine, que se haga la cama aunque no estire las sábanas, que ponga la mesa aunque tarde más tiempo, etc. Dividir las tareas en pasos más sencillos facilita este proceso.
Estrategias como éstas fomentan el comportamiento autónomo del niño dentro de casa, a la vez que se mantienen las rutinas y dinámicas familiares. Más estrategias en futuras entradas...
Tomo nota. Gracias
ResponderEliminarDe nada! Espero que sean orientaciones útiles. Y si no, ya sabes, me lo dices y pensamos otras nuevas ;-)
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