sábado, 21 de abril de 2012

Elegir más y mejor

Uno de los elementos de la autodeterminación es la capacidad para realizar elecciones. Saber elegir, escoger entre dos o más alternativas, requiere: conocer las propias preferencias y mostrar competencias de comunicación. Las personas con discapacidad intelectual tienen preferencias, gustos, valores y, en mayor o menor medida, tienen intenciones comunicativas. Sin embargo, muchas veces, su entorno no les da oportunidades para elegir y no les proporciona los apoyos necesarios. Y, ¿cómo cambiamos esto? ¿Cómo se aprende a alegir? La respuesta es sencilla: eligiendo... Aquí van algunas claves para que las familias apoyen a sus hijos en este proceso de aprendizaje:



-Empezar con opciones cerradas. Mejor ¿quieres merendar fruta o yogur? que, ¿qué quieres merendar?
-Dejar elegir, aunque intuyamos la respuesta. Plantear opciones extremas (algo que le guste mucho y algo que no le guste tanto) ¿Quieres macarrones o espinacas?
-Plantear elecciones variadas (no solamente escoger entre dos objetos  o actividades). También podemos elegir: cuándo hacer una actividad, con quién, cuándo acabar, rechazar participar…
-Si es posible, acercar los objetos para facilitar la elección. Es más fácil decidir si quiero coca-cola o zumo, cuando tengo delante las botellas. Si no es posible, utilizar pictogramas, fotografías...
-Con personas con habilidades verbales limitadas, acordar un sistema de comunicación. Personas que no hablan, seguramente, señalen, sonrían, se acerquen al objeto deseado, emitan vocalizaciones, etc. Estar atento a estas señales.
-Observar detenidamente y durante cierto tiempo a la persona con discapacidad para conocer mejor sus gustos. Hay indicadores de sus preferencias: tiempo que pasa realizando una actividad, elecciones repetidas, grado de disfrute, etc.
-Seguir un aprendizaje progresivo. No es cuestión de todo o nada. Si, por ejemplo, creemos que la persona no sabe/puede decidir qué ropa llevar (porque no distingue entre verano e invierno, etc.) quizá pueda elegir qué pijama ponerse.
-Asegurarse de que las opciones para elegir se den en ámbitos significativos de su vida. Ir más allá de elecciones “superficiales”.
-Tener en cuenta la edad. Con niños, centrarnos en la expresión de preferencias durante las rutinas diarias. Con adolescentes, jóvenes y adultos, implicarles en decisiones importantes, aunque no las tomen ellos. Por ejemplo, un cambio de colegio es una decisión que toman los padres pero hay maneras de implicar a su hijo (explicarle las razones, hacer una visita antes de comenzar el curso, conocer a otros alumnos, motivarle y contarle cosas buenas del nuevo cole…)
-Asumir que se pueden equivocar. Calcular los riesgos y consecuencias negativas de las elecciones. Para que un fracaso sea educativo tiene que tener cierta parte de éxito. Reforzar esos aspectos positivos, aunque sean mínimos.
-Asegurarse de que sus elecciones son respetadas. Mantenerse estable en este aspecto. Si, desde pequeño, el niño ve que son los demás quienes deciden por él, desarrollará una falta de control sobre su vida. 

3 comentarios:

  1. En esto de claves para las familias. Había pensado que las familias ayuden a comprender las limitaciones de las personas con discapacidad. El autoconocimiento las limitaciones y habilidades en que son buenos y en que pueden mejorar. Así se puede saber sí hay avances o retrocesos en las decisiones tomadas… Bueno en cuanto escribía esto pensé: Saber el límite. ¿Limita? Quiero decir, debe haber claridad en el autoconocimiento, pero, por ejemplo, decirle a una persona con discapacidad “esto no lo puedes hacer” estas imponiendo una barrera.- Supongo.-

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  2. En mi opinión, lo que realmente limita y supone una verdadera barrera, es no apoyar a las personas en ese camino del autoconocimiento. Es decir, saber que uno tiene una discapacidad no tiene por qué frustrar y llevar a alguien a ser infeliz. Creer que es lo único que te define y que no hay nada más allá de esta etiqueta, sí.
    Es decir, el objetivo: conocer las fortalezas y las debilidades propias. Nada más y nada menos que como el resto de personas. Para cualquier persona es importante conocerse, ser consciente de sus cualidades, sus defectos, saber qué se le da bien, qué no, en qué áreas se tiene que esforzar, etc. No hay ninguna razón para pensar que en el caso de las personas con discapacidad, esto no sea así.
    Además, las personas con discapacidad (aunque no lo hablemos con ellas) con frecuencia se sienten diferentes, se saben diferentes, se comparan con los demás, de una manera muy intuitiva... ¿Por qué esconderlo?

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  3. Claro, todos tenemos fortalezas y debilidades. El conocer esas aptitudes o deficiencias nos ayuda a ser mejor persona. Aunque me refería al uso del término "límite"( para toda persona...) el nombrar límite crea esa imagen de barrera que habrá que vencer o que puede ser pensada como un tope. Tal vez si la sustituimos por otra no generaría una imagen negativa.

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