Una
de las características de la autodeterminación es que
su desarrollo sigue un proceso evolutivo. Es decir, la autodeterminación no se
adquiere una vez llegada la vida adulta, ni se consigue de un día para otro. Uno de los errores más frecuentes es pensar
en la autodeterminación únicamente en etapas como la adolescencia o juventud,
momentos en los que se empieza a hablar de roles adultos como tomar decisiones,
establecer metas y planes de futuro, establecer relaciones personales
significativas, vida independiente, acceso al empleo, etc. Es verdad que la
autodeterminación cobra especial importancia en determinados momentos
–concretamente, la transición a la vida adulta- pero ¿puede la persona con
discapacidad acceder a todos estos logros cuando su historia de vida ha estado
marcada por la dependencia y la falta de control? Por
lo tanto: nunca es pronto para comenzar a favorecer los hábitos
de la autodeterminación y más en niños que, en razón de su discapacidad,
necesitan más apoyo y más tiempo que el resto para adquirir dichas
competencias.
¿Qué
podemos hacer durante la infancia? (a partir de los 2 años) Algunas estrategias
sencillas para padres: (consultar también el post sobre interacción del niño con el entorno)
- Ofrecer oportunidades para realizar elecciones. Al principio, estructuradas (¿quieres leche o zumo?) y, más adelante, abiertas (¿qué quieres desayunar?). Ir ampliando las oportunidades para elegir a actividades, el vestido, la comida, el ocio...
- Facilitar en el niño procesos de autorregulación, como la autoevaluación (¿has acabado la tarea?, ¿has completado toda la página?), la autoinstrucción (piensa y dime qué pasos tienes que dar para hacer los deberes), el autorrefuerzo (¡qué bien lo has hecho!, ¿ponemos una estrella en el calendario?). Atribuir los éxitos al esfuerzo personal, más que a las habilidades o la suerte.
- Dar oportunidades para practicar la resolución de problemas. (Has olvidado la mochila en el colegio, ¿qué podemos hacer?)
- Implicar al niño en decisiones futuras que requieren cierta planificación. Ayudarle a establecer una meta global y “descomponerla” en pasos (Tenemos que organizar la fiesta de tu cumpleaños, ¿qué tenemos que hacer?, ¿cuáles son los pasos que tenemos que seguir?). Darle, dentro del proceso, alguna responsabilidad (haz una lista de los amigos que quieres invitar).
- Dar un feedback positivo y constructivo sobre las consecuencias de las elecciones (Has cenado muy tarde y no da tiempo a ver una película, ¿qué podemos hacer mañana para que te dé tiempo a todo?).
- Servir de modelo para el niño (¿nos lavamos los dientes?, mira cómo pongo la pasta sobre el cepillo, ahora el tuyo…)
- Realizar aproximaciones sucesivas a las tareas complejas. “Entrenar” al niño en un paso y, cuando esté conseguido, completar otro (Por ejemplo, en la tarea de lavarse los dientes: el niño prepara el cepillo y la pasta à el niño prepara todo y pone la pasta sobre el cepillo à el niño prepara, pone la pasta y recogeà el niño prepara, pone la pasta, se cepilla y recoge…). Dividir en tantos pasos como nos parezca necesario.
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